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La crisis sanitaria por covid-19 que estamos viviendo y el progresivo aumento en el uso de redes sociales ha generado un impacto en los medios a través de los cuales, las generaciones más jóvenes, acceden a sus prendas de vestir, provocando un cambio directo en sus hábitos de consumo.

Por: Camila Barrera y Valentina Troncoso

En los últimos años, el cambio climático se ha convertido en un tema muy relevante que ha originado en la población una incipiente preocupación por el cuidado del medio ambiente. Es por esto, que las personas están cambiando la forma en que se alimentan, transportan e incluso visten. Es aquí donde los jóvenes han cumplido un rol fundamental debido a la importante concienciación que ha tomado este rango etario en cuanto a nuevos hábitos de consumo.

La moda, por su parte, se ha convertido en un factor sumamente preocupante.Tal como indica Paloma García, directora de CSFW Madrid, la industria de la ropa es una de las más dañinas. Para dimensionarlo de una mejor forma, cada año solo en Nueva York 90 millones de kilogramos de ropa son arrojados a vertederos, cantidad que es suficiente para llenar la estatua de la libertad con prendas 440 veces. 

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El “fast fashion”, como es conocido este tipo de moda, es el término que alude en su traducción a la moda rápida. En la práctica, estas prendas son producidas en grandes cantidades para un público masivo, que quiere estar actualizado y de acuerdo con las últimas tendencias. Los diseñadores de este tipo de producción se ven obligados a crear líneas continuamente, abaratando costos con materiales de baja calidad. De hecho, grandes marcas como H&M, han implementado nuevas formas de manufactura, poniendo el foco en un solo artículo y no en una colección entera como tal, ajustando de esta manera la fabricación al milímetro en relación con la demanda de la prenda. 

En este sentido, de acuerdo con el fundador de Fashion Revolution Chile, Pablo Galaz, las líneas de fast fashion llegan más a aquellos jóvenes estudiantes por el bajo precio de las colecciones. Es bajo esta realidad que nace el “slow fashion”, un tipo de moda que ha podido tomar posición dentro de las elecciones de consumo de esta generación. 

Esta moda lenta, como podemos entenderla en su traducción, busca que exista una producción, venta y compra de ropa amigable con el medio ambiente, en donde se privilegie la calidad de las materias primas y la durabilidad de las prendas. Pero, en general se cree que para adoptar este hábito de consumo se necesita un mayor poder adquisitivo, lo cual no es necesariamente así. 

Las redes sociales han ayudado a visibilizar este tema. En efecto, gracias a las últimas tecnologías y a la actual pandemia, la gente posee un acceso más directo a la información mediante estas plataformas, facilitando el proceso de aprendizaje para las personas. 

Aplicaciones como Instagram, Facebook y TikTok han posibilitado que se den a conocer nuevas opciones para ser parte de esta moda sustentable. Personas comunes y corrientes cuentan con la oportunidad de vender ropa usada o ir incluso un paso más allá a través de estos medios, creando vestuarios con diseños propios a través del upcycling. 

Imagen: Facebook Agua Marina Diseño

Alexandra Carrasco es una joven de 25 años que ha sabido utilizar estas redes. Es dueña de la tienda de Instagram “Agua Marina”, emprendimiento que nació en 2015 y que en un comienzo solo se dedicaba a la venta de fardos de ropa usada. Sin embargo, ya pasado un tiempo, la tienda hizo un cambio en su rubro: se convirtió en una marca que entrega ejemplares únicos a sus clientes a través de la técnica del upcycling.

Alexandra señala además que las redes sociales lo son todo para ella, puesto que es el lugar en donde puede subir sus actualizaciones. Tal como sucede con otras pymes dedicadas al mismo rubro.

 

Según el estudio actualizado Digital 2021 presentado por We Are Social y Hootsuite, en Chile hay 16 millones de perfiles activos en redes sociales, 1 millón más en comparación con el año pasado. A su vez, Instagram mantiene 9,7 millones de cuentas a través de anuncios publicitarios, representando un 60,6% de los usuarios de redes sociales. Estas cifras explican el auge que han podido alcanzar las pymes de ropa a través de  Instagram. Junto a la publicidad, publicación de videos, fotos y la figura de los influencers las distintas maneras de producir han salido a la luz, de la mano con emprendedores. 

Los influencers en este sentido pueden llegar a ser un puente para las marcas y los consumidores. Los jóvenes observan en ellos a alguien que ya ha experimentado ciertas cosas, por lo tanto, se les hace más fácil adquirir nuevos productos y hábitos. Bien lo sabe Celine Schumann, influencer de 19 años que se hizo conocida por sus videos confeccionando ropa, a través de la red social Tiktok. En este sentido comenta que “es difícil dimensionar cuántas personas han empezado a coser por mi, pero me motivan mucho los mensajes que recibo (…) Realmente espero que pueda motivar a la gente a hacer su ropa”.

Video: Tiktok Celine Schumann (@celineschumann)

No se sabe con exactitud cuál será el futuro de la producción, venta y compra de prendas de ropa en los próximo años, pero sí se sabe que las redes sociales marcaron un antes y un después generando nuevas tendencias de consumo e impulsando la creación de pequeñas tiendas. En días como hoy, el objetivo de visibilizar que se pueden adquirir vestuarios conscientemente y no generando un mayor impacto al planeta, es más relevante que nunca. 

Aquí puedes encontrar algunos emprendimientos para sumarte a un consumo de ropa más sustentable:

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