Falta de recursos, problemas de conexión, dificultad de adaptar las clases al formato online son algunos de los problemas que han enfrentado los colegios en estos casi dos años de pandemia. La modalidad online ha afectado tanto a colegios vulnerables como privados, ya que no todos estaban preparados para asumir este nuevo modo de educar. 

Por Gabriela Aguilera y Esperanza Berríos

Para muchos estudiantes la llegada de 4º medio es un hecho importante en la vida escolar, marca el término de una etapa para dar paso al mundo universitario. Francisco Alcayaga esperaba con ilusión este curso, sin embargo la pandemia ha cambiado todos los planes que tenía para este año. Para este estudiante del Colegio Arzobispo Crescente Errázuriz es difícil asistir a los talleres de la especialidad de Electrónica a través de la pantalla.

Así como Francisco, son cientos los estudiantes que se han visto afectados en su educación a causa del contexto sanitario que vivimos. Ya son casi dos años desde que la sala de clases se cambió por una pantalla y los profesores han tenido que adaptar el contenido pedagógico a la modalidad online.

Este cambio se ha enfrentado a diversas dificultades para los estudiantes: problemas de conexión, consecuencias en la salud mental, falta de recursos económicos para acceder a computadores, tablets o celulares que permitieran la conexión a las clases.

Actualmente 39.498 niños y niñas han tenido que desertar de su educación escolar, según las cifras del Mineduc este año 2021. Dentro de estos 40 mil escolares, 21.260 de ellos son hombres y 18.238 son mujeres.En tanto, el nivel educativo con mayor índice de abandono escolar es 1° medio con un registro de 7.048 estudiantes.

Implementar la educación online es más complejo en los colegios vulnerables, la falta de recursos para introducir un sistema pedagógico en línea, la carencia de capacitación para los docentes son desafíos que han tenido que enfrentar de un día para otro. A esto se suma que en sus propias casas los estudiantes no siempre cuentan con computadores o celulares que le permiten asistir a clases, realizar tareas y evaluaciones.

Esta realidad es también compartida por los colegios de zonas rurales, en las cuales los niños y jóvenes no cuentan en sus casas con conexión a internet o incluso electricidad. En Chile existen 3.200 escuelas rurales que educan aproximadamente a 200 mil niños y niñas que se ven afectados por esta situación. María Adriana Amaro es jefa de la Unidad Técnico Pedagógica en la Escuela Municipal de Millahue de Apalta, región de O’Higgins; ella afirma que la modalidad online también les ha afectado como establecimiento, pues las clases online necesitan de señal o buena conexión a Internet, cosa que el contexto geográfico en donde residen no les facilita este acceso, es por eso que como colegio ellos están “intentando hacer clases en línea pero no tenemos al 100% de los niños conectados, para unos es online y para otros es a través de guías de aprendizaje”

Los colegios particulares no son la excepción frente a este desafío online, pues la vicerrectora del colegio privado Wenlock School de la comuna de Las Condes, Fernanda Muñoz, afirma que “la necesidad de contar con equipos y conectividad compatible con los requerimientos de las clases en línea, priorizar en los contenidos, ser creativos en las actividades y flexibilizar las evaluaciones” han sido algunos de los requerimientos que han debido cumplir, exigencias para las cuales no estaban preparados. A este escenario se suman las clases híbridas implementadas durante este año “con el fin de poder mantener los niveles de aprendizaje acorde a las capacidades de los estudiantes de nuestro colegio”.

Algunas consecuencias de esta modalidad se ven reflejadas en el Diagnóstico Integral de Aprendizaje implementado por Mineduc

Al ver la necesidad e importancia que tienen hoy en día los dispositivos electrónicos para el aprendizaje y asistencia a clases en los escolares chilenos han surgido diversas campañas solidarias para recolectar estos dispositivos y compartirlos con los estudiantes perjudicados. Tal es el caso de Tiberio Malaui, un joven de 17 años quien luego de participar como voluntario en tutorías online y percatarse de esta realidad, fundó Collecting Dust. Este proyecto está conformado por un grupo de jóvenes estudiantes entre 15 y 17 años encargados de recibir celulares para después arreglarlos y donarlos a niños y niñas de escasos recursos para facilitar su participación en las clases online.

Para nadie ha sido fácil la implementación de la modalidad online tanto en los colegios vulnerables y rurales como en los colegios privados. Son múltiples los factores y requisitos que la nueva modalidad exige a los establecimientos educacionales para que la calidad del aprendizaje de sus alumnos sea óptima, sin embargo, ciertas exigencias se ven determinadas por factores externos que imposibilitan lograr las condiciones. Es por esto, que la esperanza de volver algún día a la sala de clases se mantiene viva en profesores y estudiantes.