El pasado domingo 21 de noviembre se concretó la fiesta más importante de la democracia en nuestro país: las eleciones presidenciales. En Módulo 2 fuimos en busca de las distintas opiniones de los ciudadanos que asistieron a sufragar y también de las personas que fueron designadas como vocales de mesa en distintas comunas de la Región Metropolitana.

Por Esperanza Berrios e Ignacio Stier

En la comuna de La Reina, en el Liceo Eugenio María de Hostos una fila de más de 200 personas se extendía hacia fuera del local por más de una cuadra, en la que se encontraban distintos ciudadanos de diferentes edades expuestos a los 30º que golpeaban la Región Metropolitana.

Para Gabriela Muñoz de 30 años al ver la cantidad de personas y después de una larga espera, siente que ha sido una de las votaciones con más participación de su vida.

A pesar de que Juliana Ojeda, de 19 años, comenzó a ejercer su derecho voto hace apenas un año, desde que comenzó a votar jamás había tenido que hacer fila y esperar más de una hora votar en una elección.

Respecto a los seis candidatos postulantes a la Moneda, la mayoría de los entrevistados se dirigían a votar por el candidato «menos malo». Tal como señalan Gabriela Muñoz y Raúl Saldaña de 60 años.

 

Por otro lado, Elizabeth Verdugo, de 59 años, admite que sí hay algunos candidatos que la representan, pero no en un 100%.

Por último, al preguntarles a los ciudadanos respecto que esperan para Chile en los próximos 4 años de gobierno, cada uno de ellos argumentaron con distintas miradas.

 

 

 

Al interior de los locales de votación, los vocales de mesa no tienen descanso. Martín Alegría, quien era vocal por tercera vez en el local de votación ubicado en la Universidad Autónoma, sostuvo que «esta vez fue una experiencia muy agotadora, se sintió como si hubiesen votado muchos más que las últimas veces y fue muy pesado el trabajo». 

Sobre el desarrollo de su papel como vocal, Alegría señalo que «los horarios de cierre son muy tarde. La extensión en las horas… nos hacen empezar el conteo muy tarde y por ende terminamos saliendo muy tarde». 

En la comuna de Ñuñoa, Josefa Cánepa cumplía por segunda vez con su labor de vocal en el Colegio Universitario El Salvador: «Esta vez, ha sido mucho más agotadora que las pasadas, se sentía mucha menos gente, pero como habían más opciones por las cuales votar fue más demandante el trabajo», dice Cánepa.

Sobre la participación de los ciudadanos en estas elecciones, Josefa agrega que sintió «como que aumentó la participación. En mi mesa llegaron a votar dos tercios del padrón electoral. Fueron 210 votos en mi mesa de un poco más de 300 personas».

Por último, Cánepa cuenta que el padrón electoral de su mesa consistía principalmente en votantes de la tercera edad o con movilidad reducida, «pero aún así cambiaron la ubicación de la mesa del primer piso al tercero», dice la joven, en uno de esos escasos momentos en que el flujo de gente reducía y podía conversar o tomar agua. «Otra cosa, es que el sistema de voto asistido es muy poco eficiente, porque entre cerrar la mesa y bajar todo se genera un importante retraso y se acumula mucha gente, y después el ánimo de la gente afecta bastante en cómo nos tratan».