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Mientras algunos pueden decidir si quieren o no casarse, otros no cuentan con la posibilidad de hacerlo. Este es el caso de las minorías sexuales, que hasta el momento sólo cuentan con la opción de la Unión Civil. Sin embargo, la oportunidad de alcanzar la igualdad de derechos en esta materia, se hace cada vez más probable con el proyecto de matrimonio igualitario.

Por Caroline Castillo y Constanza Pérez

Durante la Cuenta Pública del 1 de junio, el presidente Sebastián Piñera anunció que daría suma urgencia al proyecto de ley que permite el matrimonio entre parejas del mismo sexo en nuestro país. Desde ese momento a la fecha, la iniciativa se ha comenzado a tramitar y ha dado esperanza tanto a las parejas homosexuales como a las familias homoparentales. 

Este proyecto fue presentado a finales del segundo gobierno de Michelle Bachelet, a finales de agosto de 2017, pero se mantuvo estancado en el congreso hasta el anuncio del mandatario. La noticia fue inesperada, principalmente porque en otras ocasiones Piñera había manifestado su rechazo ante la iniciativa. 

El anuncio sorprendió incluso al oficialismo, y fue considerado por muchos como un mecanismo populista, a través del cual el gobierno buscaba aumentar su aprobación. Sin embargo, para la comunidad LGBTIQ+, este es un gran avance legislativo hacia la igualdad social, que, si bien no termina con la violencia y la discriminación, representa un paso hacia la igualdad en derechos civiles.

La aprobación del proyecto, no sólo permitiría el matrimonio de parejas homosexuales, también pone sobre la mesa la discusión de la adopción homoparental y la filiación. Al respecto, el informe #SomosFamilia realizado por la Fundación Iguales, reveló que existen más de 100 niños, niñas y adolescentes que se encuentran desprotegidos al carecer de vínculo legal con uno de sus padres o madres. En estos casos, el acuerdo de Unión Civil no representa ningún tipo de protección para los niños de familias homoparentales.

La realidad en Chile es que existen muchas parejas homosexuales que están formando familia a través de la adopción y del tratamiento de reproducción asistida. Este último es el caso de Isabel Soto, quien firmó el Acuerdo de Unión Civil con su pareja y se sometió a una fertilización in vitro. Su esposa donó los óvulos, los cuales fueron fecundados con una muestra estadounidense, y fue Isabel la gestante. 

Legalmente se reconoce como madre a Isabel, porque fue ella quien dio a luz a los niños, y su esposa no puede tener lazos de filiación, aún cuando sean biológicamente sus hijos. Para registrar a los menores, el apellido de su mujer (Guerrero) fue inscrito en primer lugar, y el de Isabel en el que tradicionalmente ocupa el materno. 

En cuanto a la adopción homoparental, Anabella Giannoni, psicóloga y evaluadora externa acreditada por el SENAME para los procesos de adopción, cuenta que, en nuestro país, muchas parejas homosexuales han llevado a cabo procesos para adoptar a menores, pero se considera sólo a una de las partes como candidato soltero a adoptar. Esto deja en evidencia que las leyes se están quedando atrasadas respecto de la realidad social que se vive en nuestro país. 

Actualmente, el proyecto de ley de matrimonio igualitario fue aprobado en la Comisión de Hacienda y la iniciativa se despachó para su discusión y votación en la cámara alta. Si se aprueba esta iniciativa, Chile se convertiría en el décimo país de América en permitir el matrimonio entre parejas del mismo sexo.

Fuente: Fundación Iguales