Imagen: Mujeres Bacanas
Este 2025 se cumplen 80 años desde que Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en la primera persona latinoamericana —y hasta hoy, la única chilena— en obtener este galardón. Ocho décadas después, su vida y obra siguen reverberando en el mundo de la literatura y la educación, mientras el país prepara nuevos homenajes para mantener viva su memoria.
Por Cristián Tapia
Infancia en el Valle del Elqui
Nacida como Lucila Godoy Alcayaga el 7 de abril de 1889 en Vicuña, Región de Coquimbo, Gabriela Mistral vivió una infancia marcada por la precariedad económica y la ausencia de su padre. Las experiencias de abandono, pobreza y lucha por la subsistencia forjaron desde temprano su profunda sensibilidad hacia los marginados y su empatía hacia los niños, las mujeres y los pueblos indígenas. Desde joven se desempeñó como maestra rural en pequeñas localidades del norte de Chile, donde empezó a desarrollar su vocación educativa, que luego se convertiría en uno de los pilares de su legado. Sin formación académica formal, pero con un espíritu autodidacta y una férrea determinación, fue ascendiendo en el sistema educativo chileno hasta llegar a ser inspectora de liceos y formadora de maestros en años más tardíos.
El salto a la literatura y el reconocimiento internacional
Su obra literaria comenzó a ser conocida gracias a la publicación de algunos de sus primeros poemas en diarios y revistas. Fue en 1914 cuando alcanzó el reconocimiento nacional al ganar los Juegos Florales con su poemario «Sonetos de la Muerte», una obra profundamente personal inspirada por la trágica muerte de su primer amor, Romelio Ureta, quien se suicidó. A partir de allí, Gabriela Mistral fue consolidando una voz única dentro de la poesía hispanoamericana. Sus versos abordan la maternidad —biológica y espiritual—, el dolor, la naturaleza, la justicia social, el exilio interior y la esperanza. Obras como «Desolación» (1922), «Ternura» (1924), «Tala» (1938) y «Lagar» (1954) muestran la evolución de una escritora que supo combinar lo íntimo y lo universal con un lenguaje depurado, austero y profundamente emotivo.
Su talento la llevó a recorrer el mundo, desempeñándose como cónsul de Chile en países como España y Brasil, y participando activamente en foros internacionales, especialmente en defensa de los derechos de la infancia, la paz y la igualdad.
Imagen: GAM
El Premio Nobel: un hito histórico para Chile
El 10 de diciembre de 1945, en plena posguerra, la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura, destacando «su poesía lírica, inspirada por emociones poderosas, que ha hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano». Era un reconocimiento sin precedentes no solo para ella, sino también para la literatura de América Latina y, especialmente, para las mujeres creadoras de la región. Mistral dedicó el premio a los niños pobres de América, reafirmando así su compromiso ético y social. Su figura trascendió el ámbito literario y se convirtió en un símbolo de dignidad, sencillez y defensa de los más vulnerables.
A lo largo de su vida, Gabriela Mistral fue también una adelantada en temas de género, educación inclusiva y derechos humanos. Aunque vivió en una época profundamente conservadora, desafió muchas de las convenciones de su tiempo, tanto en su vida privada como en su obra. Su defensa de los derechos de la mujer, su lucha contra la discriminación racial y su reivindicación de las culturas originarias le dan hoy una vigencia renovada. Su influencia alcanza a poetas, pedagogos, intelectuales y activistas de todo el mundo. Mistral fue precursora de una visión de América Latina profundamente humanista, mestiza y solidaria. Como escribió el Nobel mexicano Octavio Paz: «La poesía de Mistral es al mismo tiempo raíz y ala: está anclada en su tierra pero vuela hacia el espíritu.»
Homenaje en 2025
En su última cuenta pública, el presidente Gabriel Boric anunció nuevas acciones para conmemorar este aniversario tan significativo. Uno de estos es la instalación de un monumento de Gabriela Mistral en la Plaza Baquedano, una manera de darle un nuevo aire a un lugar tan cargado de energías, producto del estallido social de 2019.
A ello se sumarán diversas actividades culturales, académicas y educativas a lo largo del año: reediciones de su obra, conferencias internacionales, exposiciones itinerantes con manuscritos y objetos personales, así como programas pedagógicos especiales para difundir su legado entre las nuevas generaciones.
Gabriela Mistral falleció en Nueva York en 1957, pero su voz sigue resonando en las aulas, en los libros de poesía, en los debates sociales y en el corazón de los chilenos. A 80 años de su Nobel, su figura sigue representando la posibilidad de que la poesía, la educación y el compromiso social puedan ser motores de transformación.