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Con casi 87 años falleció Marlene Ahrens. La atleta fue la primera mujer chilena en obtener una medalla olímpica, la de plata en los juegos de Melbourne en 1956. Su vida marcada por un talento innato y una salida injusta de la jabalina dejan un legado imborrable para el deporte nacional.
Por: Paula Witt / Información: Tomás Marín
La atleta de 86 años falleció por una insuficiencia cardíaca este miércoles 17 de junio. La noticia fue dada a conocer por la ministra del deporte, Cecilia Pérez esta mañana. Marlene Ahrens ha sido la única mujer en subirse al podio de los juegos olímpicos y tras su partida, su legado fue reconocido tanto por las autoridades, como por el Comité Olímpico chileno.
Su talento fue reconocido mientras lanzaba piedras al mar. Su novio -quien luego sería su esposo- era jugador de hockey en el Club Deportivo Manquehue y al ver la distancia de sus lanzamientos en la playa le recomendó entrar a entrenar en el mismo Club. A sólo dos semanas de eso, Marlene Ahrens ya participaba en campeonatos de jabalina y lograba marcas que dejaban a todos sorprendidos. “Parece que tenía un cuerpo hecho para eso. No es que fuera una pasión. Fue mi marido el que me llevó a entrenar. Sin él, seguramente no habría hecho nada”, contó Marlene años después.
Su primera medalla fue de plata y la obtuvo participando por Chile en el Campeonato Sudamericano de Atletismo en Sao Paulo. En menos de 10 años, obtuvo 2 medallas de plata -de las cuales una es olímpica-, y 7 de oro.
Para ese entonces, Ahrens ya estaba entre las mejores atletas a nivel sudamericano. Su esbelta figura de 1,75 metros y su reconocible pelo rubio llenaron las revistas y periódicos durante años.
Melbourne: la única mujer
El 22 de noviembre de 1956, Marlene fue la abanderada en el desfile de apertura de los Juegos Olímpicos de Melbourne: era la única mujer de la delegación chilena. Seis días después, clavó la jabalina a una distancia de un poco más de 50 metros, siendo superada sólo 3 metros por la soviética Inese Jaunezeme. Este resultado le hizo obtener la plata olímpica, convirtiéndose así en la primera mujer chilena en conseguir una medalla continental.
De esta manera, las jóvenes chilenas vieron demostrado en Marlene, que nada era imposible en una carrera deportiva. Ella, aseguraba que entrenaba a la “brutanteca”, sin una alimentación especial, sin un entrenador y sin ningún patrocinio más que el de su esposo, quien le compraba las jabalinas y las zapatillas.
Durante años que siguieron a los Juegos Olímpicos en Melbourne, Marlene llevó al medallero nacional otros cinco oros. Visitando Montevideo, Chicago, Lima, Madrid, Colombia y Sao Paulo, siempre superando los 42 metros al clavar la jabalina.
Cuando sus ojos estaban puestos en los Juegos Olímpicos en Tokio, el Comité Olímpico de Chile la suspendió por un año, a modo de castigo por unas declaraciones falsas que habían salido en el diario Clarín. Marlene, declaró que la verdadera razón de la sanción fue “la sangre en el ojo” del presidente del Comité Olímpico -Alberto Labra-, quien en 1959, la acosó sexualmente. “Me pidieron que me callara, porque si hacía pública la denuncia sería muy grave para el olimpismo. Eso me costó no ir a Tokio, que me suspendieran y que me prohibieran apelar”, explicó años después. Marlene se retiró del atletismo en 1964 y no volvió a tomar una jabalina.
Después de 1964, Marlene incursionó en el tenis de competición y en poco tiempo ya se había posicionado en el ranking de las mejores tenistas a nivel local. También se dedicó a la equitación de competición, en salto ecuestre y en adiestramiento, donde llegó a representar a Chile en los Juegos Panamericanos de Mar de Plata, Argentina en 1995.
Hoy, todo Chile despide a Marlene, quien entregó su vida al deporte y a su familia, y quien ocupa un lugar especial en el corazón de las mujeres deportistas chilenas. Tal es el caso de Francisca Crovetto, tiradora chilena, quien resalta la valentía de Marlene para ser una mujer deportista en un mundo de hombres, y por denunciar el abuso por el que tuvo que pasar.