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Cada 28 de abril se conmemora el Día del Recuerdo del Holocausto (en hebreo יום השואה, Yom Hashoá). Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, más de diez mil judíos buscaron refugio en Chile.

Por: Gabriel Koenig

Para conmemorar las millones de muertes se realizan todo tipo de ceremonias y eventos en este día especial, y en Israel, se considera feriado nacional e incluso suena una alarma que se puede escuchar a lo largo de todo el país a las 10:00 AM, en la cual los ciudadanos se toman un minuto de su día para guardar silencio y recordar a las víctimas del holocausto, independientemente de lo que se encuentren realizando en ese momento.

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Ciudadanos israelíes que detuvieron sus vehículos en medio de una concurrida carretera del país para guardar un minuto de silencio y recordar a las víctimas del holocausto en Yom Hashoá.

Desde finales del siglo XIX, y hasta la década de 1930, llegaron al sur de Chile judíos de distintas zonas de Europa debido a situaciones de guerra y políticas antisemitas, como la Rusia Zarista o la Primera Guerra de Los Balcanes. En 1907 había 14 familias de religión judía en Temuco, mientras que para 1920 ya había más de 300. A partir de 1933 (año en que Hitler asume como canciller alemán) y hasta 1939, llegó un nuevo grupo de judíos que escapa de las persecuciones nazis, y luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, un nuevo grupo de sobrevivientes se asienta en el país.

Ese fue el caso de Denisse Avram, nacida en 1937 en Chernovitz, un pequeño pueblo petrolero de Rumania. Con apenas dos años, llevaron a toda su familia a vivir a un gueto. “La vida era muy triste. Mucho frío. Había escasos alimentos, parece que me afectó algo el pulmón porque siempre estaba en cama con fiebre…”, comentó Denisse. Luego de varios años en condiciones precarias y arriesgando sus vidas en traslados hacia direcciones inseguras, pudieron tomar un avión rumbo a París, donde estuvieron por dos meses.

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Entrevista a Denisse para Fundación Memoria Viva, 27 de julio de 2011

Finalmente, en enero de 1948, lograron viajar a Chile. ”Llegar a Chile fue como llegar a un paraíso”, dijo Denisse. Los tíos de Denisse habían emigrado en 1939, entonces pudieron quedarse con sus familiares, en una modesta casa en Recoleta. Esto fue, en parte, gracias a las políticas del expresidente Gabriel González Videla, quien mantuvo una entrada liberada a judíos que escapaban de la guerra.

Distinto es el caso de Saúl Gloger, nacido en Hadynkowce en 1920, una aldea polaca en la que vivían apenas otras dos o tres familias judías. Allí soportaba antisemitismo constantemente, incluso en el sermón del cura en la iglesia era en contra de los judíos. A los quince años se mudaron a Czortków, donde vivían sus primos y había más vida judía. Allí aprendió el oficio de tornero mecánico y trabajó arreglando maquinaria pesada. Hasta que se llevaron preso a Saúl y lo trasladaron en vagones a Kamionka, un campo de exterminio al este de Polonia.

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Entrevista a Saúl para Fundación Memoria Viva, 18 de octubre de 2009

De no ser por haber aprendido el oficio, Saúl habría sido exterminado al llegar a Kamionka. Sin embargo, tuvo el privilegio de trabajar en una bodega con combustible para los camiones, sin tener que dormir en las barracas y con una alimentación considerablemente mejor, pero seguía siendo un prisionero más.

Un día logró escapar hacia el bosque, sin rumbo, allí se encontró con más fugitivos que se escondían. Saúl no recuerda cuántos días o semanas estuvo en esas condiciones. “Después me encontré con una prima que había sobrevivido y volvimos a Kopyczynce. Nos juntamos sin saber ella de mí ni yo de ella. No sé cómo ella apareció, de qué lado.”, relata Saúl Glóber. En Polonia se promulgó, en ese entonces, una ley que permitía a los ciudadanos polacos emigrar del país así que junto a su prima partió rumbo a Bruselas a buscar a un tío, el cual había sobrevivido trabajando en su propia fábrica de aluminio, donde Saúl aprendió a hacer ollas.

Finalmente, en 1947, Saúl Glóber viaja a Chile junto su prima, quien tenía una hermana y una tía viviendo en territorio nacional. Sin saber absolutamente nada acerca del país, tuvo que rehacer su vida por completo y aprender el idioma, pero desde que llegó, comenta que todo le gustó. Empezó así, sin nada, a fabricar ollas “Selecta” con su tío, y poco a poco, logró salir adelante y crear una vida en Chile.

Gracias al trabajo de la Fundación Memoria Viva, podemos revisar los testimonios de judíos que encontraron refugio en Chile. Este centro de memoria del holocausto tiene como misión “mantener vivo el legado de los refugiados y sobrevivientes de la Shoá que debieron escapar de Europa producto de las persecuciones nazis, e hicieron de Chile su patria”.