Imagen: Raphael Sierra |

El hambre que se ha generado a partir de la crisis sanitaria y económica se ha vuelto un protagonista indeseado de la pandemia. Pobladores y vecinos demandan a las autoridades mayor protección para ellos y sus familias, mientras organizan ollas comunes para seguir comiendo.

Por: Paula Báscoli / Información: Daniela Veloz y Valeria Lagos

La crisis económica que acarreó la llegada del COVID-19 al país ha azotado fuertemente a toda la población chilena. Un 15,6% de desempleo en el Gran Santiago ha significado que varios sectores se vean afectados por el hambre, una situación que se complica aún más con las medidas de distanciamiento social.

Aunque el gobierno ha impulsado medidas para la repartición de cajas de alimentos, vecinos y pobladores de los sectores periféricos de la capital concuerdan en que esa ayuda no basta. Ante esto, surge la organización vecinal y por estos días en cada comuna ya se generan entre 40 a 50 ollas comunes.

Las personas que se han visto en la necesidad de recurrir a las ollas comunes concuerdan en algo: la crisis sanitaria, social y económica actual es de larga data y no se limita al hambre, también tiene que ver con la escasa o nula protección social, laboral y el colapso de la salud pública. Para más detalles escucha a continuación el reportaje de Valeria Lagos y Daniela Veloz para Acceso Directo.

 

Si quieres ayudar a alguna de estas organizaciones, visita el siguiente link.