Reportaje
¿Qué ocurre con los alimentos que los restaurantes no utilizan? ¿Qué hacen las empresas con los productos que tienen malos los envases, pero que aún así son comestibles? ¿Cómo la burocracia hizo que se prefiriera botar los alimentos en lugar de donarse?
Por Pablo Salvatierra
Información de Sebastián Valenzuela y Mariana Bengoa
Se estima que a nivel mundial, 1300 millones de toneladas de alimentos se pierden, lo que equivale a un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo. Una situación gravísima si consideramos que según la ONU, durante el año 2017, 1 de cada 9 personas en el mundo sufrió de hambre.
En Chile existen varias organizaciones que buscan la donación de alimentos para entregársela a fundaciones de niños o gente en situación de calle. Una de ellas es “Disco Sopa”, un movimiento que recorre cada rincón de Lo Valledor en busca de alimentos que principalmente por su aspecto físico, ya no sirven para la venta, pero siguen siendo comestibles. Un dato no menor, es que en el mes de agosto esta organización recuperó alrededor de 40 toneladas que eran destinadas a la basura, la que fue donada en su totalidad.
Desde el punto de vista legislativo, la situación ha ido cambiando, ya que la Comisión de Salud del Senado aprobó la idea de legislar sobre una iniciativa ingresada el año 2015, la cual propone prohibir la destrucción de alimentos a pesar de que estos hayan perdido su valor comercial, además obliga a los supermercados de más de 100 metros cuadrados a donar estos alimentos a organizaciones de caridad.
Para estos efectos, la reforma tributaria aporta en gran medida, ya que no solamente regula la recuperación de alimentos, sino que también los elementos de primera necesidad como pañales, jabón, papel higiénico, etc. Según el gobierno, estas medidas se deben apurar para cumplir el objetivo más importante: otorgar alimentos y buena salud a las personas que más lo necesitan.