Imagen: emol.com |

La pintora, grabadora y dibujante dejó atrás un legado de obras que ofrecieron un potente discurso crítico de la dictadura de Franco y de Pinochet. Gracias a su reconocida trayectoria artística, obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2015.

Por: Catalina Aillapán

“No fue debido a ningún tipo de enfermedad, sino que, simplemente, producto de la vida”, señaló su nieta, Amalá Saint-Pierre. “De una manera muy tranquila y en paz (…) murió en su casa en Chile”, añadió. Así se fue Roser Bru, la primera artista chilena que concilió la pintura con el arte informalista y la gráfica, cuyas obras se encuentran en museos de Nueva York, Río de Janeiro, Berlín, Santiago y Barcelona.

La española de nacimiento llegó en 1939 a Valparaíso a bordo del Winnipeg, tras huir de la dictadura franquista de su país. Ese año, entró a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. En 1947 formó parte del Grupo de Estudiantes Plásticos (GEP) junto a artistas de la Generación del 50, entre ellos José Balmes, Gracia Barrios, Guillermo Núñez, Juan Egenau y Gustavo Poblete. Desde 1958, realizó exposiciones individuales en Latinoamérica y Europa. Entre 1964 y 1968 se desempeñó como profesora de dibujo y pintura en la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Santiago.

Marcada por la guerra civil española y la represión de Franco, en una primera etapa (1960 – 1973) sus obras plasmaron conceptos como la fragilidad de la memoria y su incapacidad de recomposición total. De esa manera, revisaba constantemente el pasado, con figuras humanas monumentales que representaba como seres ausentes de mirada, por lo general sumidos en sí mismos y ajenos.

En una segunda etapa (1973 – 1988) abrumada por vivir nuevamente una dictadura militar en Chile, sus pinturas van transformándose. Comenzó a pintar los cuerpos esfumados, ausentes y transparentados. También empezó a incorporar nombres, números y fotografías identitarias, aludiendo a los detenidos desaparecidos del país. “En esa época me dediqué a ayudar a través de lo que sabía hacer que era pintar y grabar. Hice cuadros grandes de denuncia”, explicó Roser en una entrevista con La Panera. De esta forma, se volvió una figura importante a la hora de visibilizar la violación a los derechos humanos por los mandos militares chilenos.

made-in-spain                              Acrílico sobre tela

Después de 1988, su obra empezó a combinar los motivos de sus etapas anteriores. Profundizó su preocupación por los conflictos sociales y los hechos históricos dramáticos, a la vez que criticaba la injusticia,  guerra y tortura. Para reforzar dichas temáticas, incorporó nuevos elementos como cintas negras, fotografías intervenidas, frases, retratos, noticias, documentos, entre otros. Retrospectiva (1996), El Transcurso del Tiempo (2000) y Vivir en Obra (2012) son los nombres de algunas de las más de 15 exposiciones individuales que presentó.

A lo largo de todo su trabajo profundiza, según la teórica Adriana Valdés: “El dolor humano. La pintura, el dibujo y el grabado han sido el campo en que despliega cada vez una meditación y contemplación del dolor humano, siempre la misma y a la vez siempre diversa. Como si el dolor humano fuera un largo trabajo que no se completara nunca, y que nunca pudiera pensarse del todo”.

Su trayectoria artística la hizo merecedora del Premio Nacional de las Artes Plásticas en Chile en 2015 y de la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, en 2018 en España. Además, le preceden reconocimientos como el Primer Premio de Pintura, Salón Oficial de Santiago (1961); el Premio Club de Estampa, Buenos Aires (1968); el Gran Premio del Primer Salón de Gráfica de la Universidad Católica, Museo de Bellas Artes (1978); la Encomienda de la Orden de Isabel La Católica, condecorada por el Rey Juan Carlos I de España (1995); Premio Altazor de las Artes Visuales (1999); y el Premio Medalla al Orden del Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda (2004).

Roser Bru conservó su amor por el arte hasta sus últimos días, a pesar de mantenerse alejada del medio artístico en los últimos años, debido a su avanzada edad y las secuelas de un infarto cerebrovascular. Sus restos fueron velados públicamente el jueves 27 de mayo, en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Múltiples lamentaron su muerte en Twitter, desde instituciones, como el Centro Cultural de España de Santiago, la Universidad Católica y el Centro Gabriela Mistral, hasta personas públicas como Ricardo Lagos y Consuelo Valdés, ministra de las Cultura, las Artes y el Patrimonio.