La comunidad de Punta de Lobos se ha visto amenazada por irrupciones en su ecosistema, que podrían afectar el entorno natural en el que se practica el surf. Fundaciones y surfistas trabajan en la preservación del lugar y la protección del deporte en la localidad de Pichilemu.

Por: María Victoria Reyes E.

Lo que posibilita la práctica del deporte del surf se conoce como “rompiente”. Esto es – para un surfista – el recorrido que hace la ola desde su formación hasta que revienta, además del entorno terrestre en el cual se genera. Hoy en día, ese espacio natural se ve amenazado directamente por los turistas, quienes no cuidan el lugar, y por los proyectos inmobiliarios que buscan establecerse en el sector. En la medida en la rompiente de la punta se vea intervenida de manera grave, se desencadenaría un gran impacto negativo en la comunidad. Muchas personas no se percatan de que, además de los surfistas, también se verían perjudicadas su flora, fauna, economía local, atractivos turísticos, etc. Punta de Lobos no solo gira en torno al surf, sino que en base a toda la comunidad que este congrega. A raíz de esto, es que  el plan de preservación y conservación del área de Punta de Lobos se puso en marcha, alrededor de 2018. Por esta razón, la Fundación Rompientes y  la Fundación Punta de Lobos trabajan juntas, codo a codo, para proteger y restaurar la localidad surfera en Pichilemu. Velan por el cuidado del medioambiente en la localidad, pero tiene un foco más amplio que el surf y se dedica a defender todo el sector, con su flora, fauna, turistas, terrenos y otros.

Uno de sus métodos de campaña para promover el cuidado y la preservación del lugar, es la organización del campeonato de surf Lobos por Siempre. “Más allá de un campeonato, tiene un propósito más profundo: apoyar las acciones de conservación e incentivar iniciativas locales ligadas a la sustentabilidad”, sostiene Patricio Mekis, encargado de sostenibilidad de la fundación Punta de Lobos. Además, comenta que, si bien es un desafío mantener el lugar para evitar su deterioro, se abre una oportunidad única de influir en las personas y entregar un mensaje. Es importante destacar que Pato, como lo conocen sus más cercanos, menciona que, desde la Fundación Punta de Lobos se apunta a “generar una replicabilidad de este tipo de iniciativas de conservación de borde costero, y que se reproduzca a nivel país”. Lo desarrollado por las diferentes fundaciones locales del sector de la punta, en Pichilemu, busca ser solo un empujón para el resto del país, para que este trabajo se imite en otros sectores costeros y, a la larga, se puedan seguir disfrutando, con una mirada ecológica de por medio. Pero para ello, es necesario lograr visibilizar la problemática a nivel nacional e internacional, para que las autoridades y distintas organizaciones puedan seguir trabajando por la lucha contra el deterioro e intervención negativa  de las áreas naturales más preciosas y visitadas de la localidad de Pichilemu, todo el borde costero de nuestro país, y todas las playas y reservas del mundo.

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