En el inicio de su tercera Cuenta Pública, el Presidente Gabriel Boric sorprendió con un anuncio que tocó a muchos hogares chilenos: la creación de cementerios municipales para mascotas. En un discurso que abordó con fuerza temas sociales y ambientales, el mandatario dedicó un espacio especial al bienestar animal, una causa que, aunque históricamente relegada, ha ido ganando terreno en la agenda pública y en el corazón ciudadano.
La propuesta busca dar una solución digna y accesible a una problemática común pero poco discutida: ¿qué hacer con el cuerpo de una mascota al momento de su muerte? Actualmente, la mayoría de las familias no tienen un espacio adecuado para este fin, lo que deriva en entierros improvisados o, en el peor de los casos, abandono.
La iniciativa ha sido bien recibida por organizaciones animalistas y por diversos alcaldes del país. En redes sociales, muchos usuarios valoraron que el Gobierno se haga cargo de una dimensión emocional que suele quedar fuera del debate político: la importancia del duelo por una mascota. Pero el anuncio no vino solo. Boric también presentó un paquete de medidas orientadas a fortalecer la protección animal, entre ellas:
- La creación de un registro de personas condenadas por maltrato animal, que permitiría evitar, por ejemplo, que reincidan adoptando nuevas mascotas.
- Mayor fiscalización de los delitos de maltrato.
- Prohibición del robo de animales de compañía.
Estas propuestas fueron destacadas por el propio Presidente como parte de una “nueva cultura del respeto”, no solo entre humanos, sino también hacia los animales y la naturaleza.
Aunque aún no se han entregado detalles concretos sobre cómo funcionarán estos cementerios —ni cuántas comunas estarían dispuestas a sumarse al piloto—, la señal política ya está dada. Boric apuesta por ampliar los márgenes de la política social, incluyendo en ella aspectos que tradicionalmente no habían sido considerados «prioritarios», pero que sí lo son para millones de personas.
La discusión sobre el bienestar animal ya no es periférica. Y al parecer, en Chile, también empieza a ocupar un espacio digno en la esfera pública. Ahora será el turno de los municipios —y del Congreso, si algunas medidas requieren ley— para transformar estos anuncios en políticas concretas.