Milena Vodanovic

«Voy caminando hacia una libertad»

En 1983, en pleno período de manifestaciones por el régimen militar, Milena Vodanovic asumió como presidenta del Centro de Estudiantes de Periodismo en la Pontificia Universidad Católica de Chile y lideró la primera protesta nacional contra Augusto Pinochet. A 50 años del golpe de Estado, la exdirectora de la revista Paula se reencuentra, a través del arte y la escritura, con su joven de 20 años: sin miedo a opinar.

Autora: Amanda Astudillo Cañas, actual presidenta del Centro de Estudiantes de Comunicaciones en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica. (@amandastudillo)

  1. Chile está en dictadura. La Pontificia Universidad Católica de Chile es liderada por simpatizantes de Augusto Pinochet y por el gremialismo. La entonces estudiante de periodismo Milena Vodanovic está en el frontis de Casa Central encabezando una de las múltiples protestas estudiantiles que se realizaron ese año. Grita: “Cristianos, marxistas, echemos al fascista”. Tiene 21 años, usa lentes al estilo “poto botella” y es la presidenta del Centro de Estudiantes de Periodismo, el órgano máximo de representación estudiantil de la carrera, electo democráticamente por los mismos alumnos. Es de las pocas organizaciones de oposición en la universidad. El descontento generalizado de distintos grupos sociales provocó que el 11 de mayo de ese año tomara lugar la primera protesta nacional contra el régimen de Pinochet, convocada por Rodolfo Seguel, presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre. Esteban “Teo” Valenzuela, actual ministro de Agricultura, era el vicepresidente del Centro de Estudiantes de Periodismo. Él era de Rancagua y su padre trabajaba en la mina El Teniente. Valenzuela fue quien le compartió la noticia a Milena.

—Rodolfo Seguel está llamando a una protesta nacional.

—¿Qué vamos a hacer?— le dijo Esteban.

—¿Cómo que qué vamos a hacer?— respondió Milena, sin relacionar los hechos.

—Tenemos que sumarnos. Los estudiantes tenemos que sumarnos— enfatizó Esteban.

“Ahí estalló la primera protesta nacional y yo de repente me vi en la calle frente a unos tanques liderando una marcha de estudiantes que avanzábamos por Macul”, recuerda la periodista Milena Vodanovic a sus 61 años, sentada en el living de su casa en Providencia mientras come calzones rotos y toma té.

Milena con 21 años en una actividad organizada por el Colegio de Periodistas en El Tabo. Está junto a Esteban Valenzuela, Andrés Asenjo, Alberto Cabezas y Renato Hevia.

Si bien en un inicio se creía que la manifestación no congregaría a una gran masa de personas, de a poco se fueron sumando movimientos sociales relevantes de la época: profesores, estudiantes y trabajadores de diversas áreas. Milena recuerda haber estado agarrada de un brazo por Guillermo “Memo” Rozas, presidente del Centro de Estudiantes de Teología, y del otro por José Grossi, presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía, marchando y gritando consignas a viva voz. 

Desde 1973 a 1985, la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica no fue electa por votación universal, sino que designada por las autoridades de la universidad, y estuvo liderada por el Movimiento Gremial. Hoy la organización estudiantil la encabeza el movimiento de izquierda Nueva Acción Universitaria (NAU), quienes conmemoraron en Campus Oriente 40 años de la histórica manifestación, a la que llegaron exdirigentes de la década de los 80′. Entre ellos, Milena.

11 de mayo 2023, acto de conmemoración en Campus Oriente organizado por la FEUC ante los 40 años de la Primera Protesta Nacional contra la dictadura.

Vodanovic, junto a sus compañeros de periodismo, veían la dictadura como un túnel del cual no había salida. “La sensación era que podía no terminar. Siempre estábamos como muy tristes”, dice. Hoy, ante la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, asegura que no es un hecho del pasado, ya que sigue ocurriendo tanto en su vida como en la de muchos chilenos. Milena señala estar marcada por ese hecho: “Tenemos una herida que está supurando y va a seguir supurando si no la atendemos”.

Si bien nadie la contactó directamente para invitarla, Vodanovic llegó gracias a una amiga al establecimiento de la UC ubicado en Jaime Guzmán 3300. “Fue vernos a todos ya canosos, viejos, pelados y guatones”, dice la periodista sobre el reencuentro con los exrepresentantes que marcharon en 1983. “Recordamos esos viejos tiempos”, dice Grossi, hoy con 60 años. Fue una instancia íntima, con pocos participantes, pero con mucha emoción y abrazos. Milena recuerda las palabras de Sabina Orellana, actual presidenta de la FEUC: “Hizo un discurso muy bonito, reconociendo que ella era parte de una cadena, de un legado. Que nosotros habíamos dado esa lucha y dado eso, ellos podían estar acá”.

Sobre el acto conmemorativo, agrega: “Fue lo emocionante de sentirnos vistos por las generaciones nuevas en algo que para nosotros es tan antiguo. Yo siempre digo que esos años fueron completamente de formación. Yo soy quien soy por todo lo que viví ahí”. 

Al alero de la dictadura

Con la instalación del régimen, todas las universidades del país tuvieron rectores delegados, nombrados por la Junta Militar. En la Pontificia Universidad Católica designaron al vicealmirante Jorge Swett, desde 1973 a 1985, período en que las elecciones de cualquier tipo fueron suspendidas

“La universidad era un laboratorio gremialista. Yo tuve un curso que se llamaba Relaciones Internacionales, que se dividía en tres módulos: en el primero nos enseñaron Guerra Fría. Básicamente lo horrible, espantosa o asquerosa que era la Unión Soviética. Segundo módulo: Doctrina Social de la Iglesia. Todas las encíclicas de Juan Pablo II. Tercer módulo: Estado Subsidiario”, recuerda Milena, quien además asegura que había “sapos” que delataban a los que eran de oposición. 

Cuando Vodanovic entró en 1980 ella formó parte de “El grupo de los 13”, conformado por estudiantes de periodismo en contra de la dictadura. Entre los integrantes estaban los reconocidos periodistas Francisco Mouat y Nibaldo Mosciatti. Milena recuerda que a ellos “los calificaban con nota mínima en las crónicas”, ya que no seguían la forma que les encomendaban. La expresidenta cuenta que todos los compañeros, y hasta los profesores, sabían que el trabajo de ellos era “buenísimo”. “Era muy mediocre lo que nos enseñaban”, dice ella. 

En la foto, «El grupo de los 13». Arriba: Francisco Mouat, Verónica Waissbluth, Nibaldo Mosciatti, Pamela Pequeño, Susana Mena. Abajo: José Luis Granese, Elena Bermúdez de Castro, Milena Vodanovic, Andrés Asenjo, Paulina Modiano y Cecilia Valdés. Ausentes: Marta Hansen, María Teresa Troncoso y Óscar Wittke.

Estos 13 amigos “estudiaban temas que la universidad no les enseñaba”, dice Milena, por ejemplo, “historia de Chile y marxismo”. También hacían paseos a la playa y lloraban escuchando a Violeta Parra. “El grupo empezó a ser como una especie de resistencia, pero muy desde el alma, no era una cuestión política”, menciona. Uno de los actos de rebeldía era “cuestionar a los profesores en clases”. “Cateteábamos y cateteábamos”, reitera Milena. Andrés Asenjo, miembro del clan y expresidente del Centro de Estudiantes de Periodismo en 1982, tuvo clases de derecho con Jaime Guzmán. “Él estaba en leyes y se sentaba en las clases de Guzmán y le preguntaba ¿usted se refiere a ángeles reales o ángeles de su imaginación? Porque él hablaba de los ángeles en sus clases”, señala Vodanovic. 

Milena dice que el período en el que estudió fue muy difícil: no existía internet y tampoco celulares, ni llegaba información del extranjero. Además, había “censura previa” a los medios de comunicación ya que la Dirección Nacional de Comunicaciones (DINACOS) controlaba todo. “La escuela no emitía ni un pronunciamiento respecto a la falta de libertad de expresión que había en el país. No decía nada respecto a la imposibilidad de sacar medios nuevos, nada respecto a la censura previa. Y cuando detenían a un periodista se quedaba callada”, enfatiza Vodanovic. Además, dice que el director de la Escuela de Periodismo, en ese momento Mario Urzúa Aracena, era “un hombre de derecha, muy entregado a las autoridades”. Ante esto, ella menciona que “la labor que hicimos los alumnos de oposición en esos años fue tratar de abrir, abrir y abrir las puertas de la conversación, de la comunicación y de la discrepancia”. Esto a través de intervenciones políticas con carteles, cánticos, reflexiones y paros que convocaban mediante votaciones.

Las autoridades de aquellos años, recuerda Milena, los interpelaban “como si nosotros pudiéramos contener a todas nuestras huestes”. Una vez, Jaime Martínez Williams, decano de la Facultad de Letras de la que dependía Periodismo, la llamó por una ventana de Campus Oriente, cuando estaban en medio de una actividad política, y le dijo: “¡Milena, controle usted a esta gente. Dígales que se vayan!”. A lo que ella respondió tajantemente: “Don Jaime, yo no puedo hacer eso que usted me está pidiendo, porque nosotros decidimos hacer este seating aquí afuera y lo vamos a seguir haciendo”. 

Al pasar los días Milena recibió en la casa de una amiga una llamada del decano. La estaba persiguiendo, recuerda ella. El ambiente a nivel país estaba peligroso: “Habíamos votado un paro, estaba álgida la situación y yo estaba estudiando en la casa de una amiga”. El teléfono suena, era para ella. Le pareció raro. “Me he enterado que mañana hay un paro. Viene muy duro esto, está la decisión de reprimir, de parar esto con mucha fuerza y yo ya no le puedo seguir cuidando la cabeza, así que no respondo por usted”, le dijo Martínez. Milena quedó aterrada. 

Días después tenían una actividad en Campus Oriente. Milena tenía mucho miedo y le pidió a “Teo” Valenzuela que mejor él liderara la instancia.

“La fuerza rebelde y transformadora de la juventud”

A través del amplio ventanal de su casa, Milena admira el cálido día invernal que ilumina el jardín y parte del living. Al mismo tiempo, recuerda con impresión e ironía la labor de la FEUC en los primeros años de los 80′: «Hacían trabajos de invierno… Eran 15 días en unas comunidades mapuches (…) trabajábamos en una escuelita, pero lo que se hacía era proselitismo gremialista. Íbamos a plantar árboles, pinos, si miras eso es la instalación del régimen de Pinochet. Íbamos a forestar con pinos”, dice.

Los centros de estudiantes “más politizados”, filosofía y teatro, no participaban de la FEUC, señala Milena. Pero teología, periodismo y psicología, a pesar de ser de oposición, sí lo hacían, lo que según ella “consternaba a la federación”. A pesar de esa diferencia, José Grossi recuerda que se reunían los representantes “democráticos” hasta cuatro veces a la semana para coordinar actividades.

 

Según Milena, para la FEUC, los estudiantes de oposición representaban “el lumpen marxista y bien castigados estábamos”.

José Grossi recuerda a Vodanovic como una de las “dirigentes cototas” del período: “Era un liderazgo muy brillante y notorio. Detrás de ella estaba toda la movilización. Ella se paraba a hablar y lograba silencio”.

Tanto Milena como otros estudiantes de oposición tenían clara la causa por la que luchar: sacar a Pinochet y recuperar la libertad. Hoy ella cree que hay una dificultad en los jóvenes de encontrar el motivo por el que “vale la pena lanzarse al vacío con la fuerza rebelde y transformadora de la juventud”. De todas formas, Vodanovic dice que la causa se ha encontrado en “los feminismos”.

¿Qué diferencia hoy a los estudiantes universitarios versus los de su época?

Nosotros veíamos que no había un futuro claro, pero en nuestro caso esa sensación estaba circunscrita a un hecho puntual y frente al cual podíamos actuar que se llamaba Pinochet. Nuestra idea era “se va Pinochet, se va esta dictadura y aparece, bueno, la alegría ya viene”. Hoy en día yo creo que los jóvenes lo que ven es que hay un futuro muy difícil o que no hay también, pero no está en sus manos controlar eso. Estoy hablando fundamentalmente del calentamiento global y de toda la sensación de una tierra que se está destruyendo, de un sistema económico y social que claramente no funcionó pero donde no está claro cuál es el reemplazo. Creo que ustedes ven un futuro muy incierto, muy difícil. Nosotros veíamos con claridad cómo sería un futuro sin Pinochet.

¿Qué crees que diría la Milena de hoy respecto a lo que lideró hace 40 años atrás? 

Me emociona, me sorprende y me siento muy orgullosa. Éramos muy jóvenes, yo tenía 21 años cuando fui presidenta del centro de alumnos. ¿Cómo teníamos tan clara esa certeza moral? Eso era una certeza moral, ni siquiera una cuestión política. Esa violación a los derechos humanos no puede ser permitida, la falta de la libertad no puede ser permitida y era un instinto de sobrevivencia también porque era la sensación de que nos estaban arrebatando nuestros años de juventud y quizás nuestro futuro. Esta idea de que los jóvenes son el futuro y ¿qué futuro había? 

Apasionada por la escritura y el arte, Milena alberga intacta en su memoria su liderazgo de antaño. Cuando dejó la revista Paula en 2015, decidió explorar áreas artísticas que siempre le habían llamado la atención. Es ceramista desde hace 6 años y tiene su taller en Barrio Italia. A través de su Instagram exhibe sus productos. Además está haciendo grabados y está en proceso de publicar una historia ilustrada que escribió. “No sé qué va a pasar, pero se me está abriendo la escritura”, dice a modo de spoiler

La intensa y demandante vida periodística de sus años en Paula provocó que hoy, al estar alejada de ese mundo, se reencontrara con su joven veinteañera, libre de opinar. 

¿Sabes qué es una de las cosas bonitas que me ha pasado con esto de salirme del rol? El periodista tiene que estar siempre ocultando su subjetividad y preocupándose de que esté todo presente. De alguna manera eso también era una especie de cárcel para mi voz. Mi voz se expresaba como directora de la revista Paula pero tenía un límite. Yo por ejemplo en esos años nunca tuve Twitter, nunca tuve Facebook, porque yo no podía ser yo, era la directora de la revista Paula. Entonces tengo la impresión de que esta libertad que he obtenido ahora me permite una mayor expresión de mi voz personal.

⎯¿Y le gusta eso?

Sí, mucho. De alguna manera me encuentro con la que era joven. (…) Voy caminando hacia una libertad.

Sobre la autora:

Amanda Astudillo Cañas es estudiante de tercer año de periodismo en la FCOM UC (@fcomuc). Fue editora desde 2021 a 2022 del medio estudiantil El PUClítico (@el_puclitico) y participó en 2022 de la Radio UC (radio.uc) cubriendo política universitaria y las elecciones FEUC. Actualmente se desempeña como presidenta del Centro de Estudiantes de Comunicaciones (@cecom_uc) y como editora del Kmcero (@revistakmcero)

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