“Palomita Blanca”: entornos  de ayer y hoy

Este 2023 se conmemoran 50 años del estreno fallido de “Palomita Blanca”, película dirigida por Raúl Ruiz, basada en la novela homónima de Enrique Lafourcade, que tuvo entre sus locaciones varios rincones icónicos de Santiago. Fuimos a buscar en los vestigios de esa versión retratada de la capital, los espacios que marcaron a las generaciones jóvenes de aquel entonces.

Autora: Jǒzepa Benčina (@joze_benchi)

Editor: Sebastián Cornejo (@seb.cornejo)

Parque Forestal. Foto por Jǒzepa Benčina.

Lo primero en aparecer en pantalla es la imagen de un barrio humilde, conformado por hileras de casas de colores lúgubres, pegadas las unas a las otras. Se trata del cité donde vive María, una joven colegiala, cuya voz, ingenua e inocente, guía el relato. Así arranca la película “Palomita Blanca”, dirigida por Raúl Ruiz, basada en la novela homónima de Enrique Lafourcade. Se iba a estrenar en 1973, pero se mantuvo guardada cerca de 19 años antes de llegar a la pantalla grande en 1992.

En el filme se narran las fantasías que María tiene con Juan Carlos, un joven proveniente de una familia adinerada. La suya es una historia de amor complicada, debido a sus abismales diferencias sociales y al contexto político que los envuelve, que toma lugar en los distintos espacios que marcaron a los jóvenes de la época.

El recital de Piedra Roja

En el filme la juventud busca la diversión, las salidas con sus amigos, y, como dicen sus protagonistas, en todo momento se quiere “pasarlo chancho”. Es una actitud fuertemente influenciada por el movimiento hippie, el que se masificó en la década del 70. Surgió en Estados Unidos a raíz de las protestas contra la guerra de Vietnam, las que se entrecruzaron con la cultura pop de la época.

Tal como se muestra en “Palomita Blanca”, el movimiento hippie se transformó en un medio de expresión para los jóvenes chilenos y latinoamericanos. Si bien de acuerdo a la película convocó principalmente a la clase alta, a la que pertenecía Juan Carlos, también era de interés de otras clases sociales, incluida la de María. De acuerdo con Yanny Santa Cruz Henríquez, doctora en Historia de la Universidad de Santiago de Chile, “no solo incide el (movimiento hippie en la juventud), sino que también hay una circulación de culturas y de identidades que cuajan de una manera muy especial en Chile”.

El hippismo se tradujo en los distintos modos de vestir, como el uso de jeans, poleras teñidas de múltiples colores, cintillos en la cabeza o el pelo suelto. También implicó la utilización de drogas, como la marihuana y el LSD, así como la liberación a través de la música.

Un ejemplo de esto fue la fiebre que se generó a partir de la película Woodstock, basada en el festival de música del mismo nombre realizado en agosto de 1969 en Estados Unidos. El filme inspiró la realización de un evento similar en Santiago al que se le llamó Festival de Los Dominicos, pero que terminó por hacerse conocido bajo el nombre de Festival de Piedra Roja. Esta convocatoria masiva tuvo lugar entre el 10 y el 12 de octubre de 1970, y se localizó en un terreno baldío, conocido entonces como Piedra Rajada, actual sector residencial de San Carlos de Apoquindo. Sus organizadores fueron jóvenes de entre 15 y 19 años.

En el concierto al aire libre se presentaron grupos populares de entonces como Aguaturbia, Los Blops, Lágrima Seca y Los Jaivas, entre otras bandas, las que convocaron a cientos de fanáticos.

“Mucha gente joven hablaba del festival, y muchos se lamentaban de no haber ido, de no haber estado ahí. (…) Uno veía las películas, con estos festivales enormes, entonces en Chile se (hizo) lo mismo, pero en chiquitito. Y claro, creó en la juventud esta admiración”, relata Silvio Caiozzi, quien se encargó de la dirección fotográfica de “Palomita Blanca”.

Sin embargo, este festival no estuvo exento de problemas. De acuerdo con algunos recortes de prensa de la época, ciertas deficiencias en la organización derivaron en problemas de sonido, excesos, delincuencia y descontrol, sobre todo hacia el final del evento.

“En aquellos años llegar al lugar de Piedra Roja, que hoy es parte de Santiago, era como ir al campo. Era una cosa lejana, solitaria. Por eso hicieron ese encuentro ahí, para poder fumar marihuana (…) Nos fuimos pronto, pensando en que después podía quedar la escoba”, comenta Caiozzi.

La popularidad de este evento trascendió a distintas clases sociales. Es precisamente eso lo que se recrea en la película: Escenas de jóvenes distintos como Juan Carlos y María conviviendo en un mismo espacio con la música de fondo.

La doctora en Historia Yanny Santa Cruz señala que este festival fue “sin duda un hito muy importante, en la medida en que hay una juventud en la que cala profundamente”.

Parque Forestal

Parque Forestal. Foto por Jǒzepa Benčina.

Parque Forestal

Por décadas, el Parque Forestal ha prevalecido como un rincón emblemático y querido por los jóvenes de la ciudad. Enclavado en el corazón de Santiago, alojando al Museo Nacional de Bellas Artes, hoy sigue siendo un lugar de encuentro para escolares y estudiantes universitarios dada su proximidad a diversas instituciones educativas, incluidas la Casa Central de la Universidad Católica, la Facultades de Derecho, Arquitectura y Urbanismo, y Economía y Negocios de la Universidad de Chile, las Universidades Andrés Bello y San Sebastián, entre otras.

Son jóvenes diversos, de entre 15 y 25 años, que buscan un lugar para hacer una pausa entre clases. A veces acompañados de unas cervezas o un cigarro y/o algo más, descansan en el pasto, conversando y escuchando música junto a los mismos árboles que hace 50 años daban sombra a los jóvenes de la época.

“El Parque Forestal, así como la rivera del río Mapocho en Providencia, fue un lugar de la ciudad en donde se reunían los jóvenes hippies de distintas clases sociales a conversar, fumar marihuana y actividades afines”, confirma Matías Ayala, PhD en Cornell University y profesor de la Escuela de Literatura de la Universidad Finis Terrae. Ayala además comenta que esta área, así como aquellas en donde se realizaban los “recitales de música psicodélica”, terminó por convertirse en una “zona de visibilidad urbana para estos jóvenes”.

En “Palomita Blanca”, el Parque Forestal se retrata precisamente como un espacio de reunión al que acudían los jóvenes en aquellos años, independiente de su estatus económico, para conversar de todo tipo de cosas: desde la complicada vida familiar y amorosa, hasta de las posturas políticas y pensamientos prohibidos para la época. Esta característica del parque fue plasmada en una de las escenas del filme, donde María le cuenta a los amigos de Juan Carlos algunos detalles de su vida privada.

Sin embargo, en la película se retrata otro aspecto que también fue muy característico de este lugar. El Parque Forestal no solo se consideraba como un espacio de reunión, sino que también de división, producto de las pequeñas riñas que allí se llevaban a cabo, según lo describe Caiozzi: “Lo que muestra Raúl en la película son esas peleas que se armaban en el parque, a empujones, aunque no pasaba nada en realidad”.

Rincones del Parque Forestal. Foto por Jǒzepa Benčina.

Drugstore

La historia del Drugstore se remonta a finales de los años 60, cuando los empresarios Manuel Santa Cruz y Hugo Yaconi fueron capaces de ver el potencial de este aparentemente simple pasaje, ubicado entre dos edificios en el corazón de Providencia. El Drugstore abrió finalmente en 1970 en la calle Avenida Providencia 2124, siendo concebido como un espacio para la exclusividad y la innovación.

Drugstore en sus inicios

Su consolidación llegó en los 80, cuando comenzó a ser considerado uno de los lugares “con más onda” de la capital. De acuerdo con Caiozzi, “el Drugstore era un lugar de preferencia de los jóvenes por la música (…) Ahí se concentraba todo lo que a la juventud le gustaba en ese momento”.

Según el investigador Matías Ayala la importancia de esta galería, en particular para los grupos juveniles, radica en que allí se podían “mirar los últimos productos e importaciones de ropa, afiches, libros, discos, etc. En una época de escasez como la de Unidad Popular, estos espacios (fueron) lugares de peregrinaje para mirar los objetos que se podían tener si eras capaz de pagarlos, aunque también (era un) lugar de mirar las modas y atuendos de vitrinas y personas”.

Así es tal como se lo muestra en “Palomita Blanca”. En una de las escenas, María, la protagonista, recorre los pasillos del lugar mientras piensa en su relación con Juan Carlos. En el trayecto, se siente como una intrusa al verse rodeada de personas de un origen distinto al suyo que, a diferencia de ella, sí son capaces de costear los lujos que se exhiben en las vitrinas que observa a su paso.

“Ese era el epicentro del movimiento de la gente más joven”, asegura Paula Campos, actual abogada que solía frecuentar este espacio en sus años mozos. “Ahora de adulta uno va porque es como vivir una experiencia, pero cuando yo estaba lola íbamos en realidad a mirar gente linda. Era lo que hacían todos. Si tenías dinero y querías ver a gente linda, ibas al Drugstore”, agrega.

En la actualidad, el Drugstore es un centro comercial que tiene desde múltiples librerías hasta tiendas de moda y decoración de vanguardia, cafés y restaurantes. De acuerdo con el sociólogo y doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Felipe Link, “el Drugstore apunta a un público específico. Es un espacio privado, controlado, etc., pero que dialoga muy bien con otros espacios cercanos en producir un entorno que va enmarcando ciertas prácticas urbanas a una escala de proximidad interesante para la convivencia”.

Drugstore en la actualidad. Fotos por Jǒzepa Benčina.

Después de tantos años, continúa siendo un lugar de encuentro. Sin embargo, a diferencia del pasado representado en “Palomita Blanca”, ya no se trata de un lugar que goce de la predilección de los adolescentes. Es también un espacio elegido por artistas, escritores y políticos que encuentran gratificante acompañar un buen libro con una taza de café.

Sobre la autora:

Jǒzepa Benčina Campos es estudiante de periodismo de quinto año en la FCOM-UC. Ha colaborado en kmcero como editora y autora. También ha aportado al medio con fotografías de su propia autoría.

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