El paro estudiantil que envalentonó el NO a Pinochet
Durante poco más de dos meses desde fines de agosto de 1987, estudiantes de la Universidad de Chile se movilizaron contra la política económica que impulsaba José Luis Federici, designado por la dictadura militar como rector de la Casa de Bello. El paro fue exitoso y Federici fue depuesto. Eso dio una señal de confianza clave a la ciudadanía: efectivamente era posible oponerse a Pinochet en el plebiscito del 5 de octubre de 1988.
Autoras: Isidora Fontánez (@isidoooora), Isidora Prieto (@isiprieto) y Magdalena Yáñez (@maneispunk)
Editores: Catalina Butrón (@CataButron) y Raúl Esteban Santos (@raul_stebn)
Todo cambió en la Universidad de Chile a partir del sábado 29 de agosto de 1987: Durante 69 días, se paralizaron las clases en cada una de las facultades y de los institutos en oposición a la llegada del nuevo rector nombrado por el régimen militar, el profesor de Economía José Luis Federici. El temor era que, con la llegada del nuevo rector, se siguiera desmantelando la institución tras haber perdido, según ordenaba el DFL 1 del 3 de enero de 1981, sus nueve sedes regionales de Arica a Osorno, y haberla fragmentado en Santiago con la autonomía forzada del Instituto Pedagógico y el Politécnico. La universidad debió asumir las deudas de esas sedes, lo que le generó una grave crisis financiera. Como ministro de Transportes desde abril de 1977 hasta diciembre de 1979, Federici había estado a cargo de segmentar la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) para enfrentar las deudas que acarreaba como parte del plan global del Gobierno de privatizar empresas deficitarias –o cerrarlas. También había sido ministro de Economía, Fomento y Reconstrucción por un año desde diciembre de 1979.
Por todo eso, la movilización de estudiantes, funcionarios y profesores buscaba resistirse ante el riesgo de más recortes y proteger la integridad y autonomía de la institución. Fue una lucha persistente que generó lo que no había ocurrido durante la dictadura: Pinochet terminó pidiendo la renuncia al rector el 29 de octubre de 1987. Eso envió a la comunidad universitaria una potente señal de éxito en la resistencia y la recuperación del territorio universitario y, a su vez, a la ciudadanía, un claro mensaje de que era factible oponerse al régimen militar por la vía civil no violenta.
Uno de los principales cambios en las universidades del país tras la instauración del régimen militar fue la designación de rectores delegados en cada una de ellas, según lo establecía el Decreto Ley N°50, del 1 de octubre de 1973. Con ello se acabó con la autonomía de las casas de estudio, pues estos rectores eran representantes de la Junta Militar. La razón esbozada en ese decreto, derogado el 10 de marzo de 1990: «la necesidad de facilitar la unificación de criterio en la dirección de la enseñanza superior». La Universidad de Chile no fue ajena a esta norma, por lo que entre 1973 y 1990 contó con nueve rectores distintos, los primeros siete de ellos militares (tres de la Fuerza Aérea y los cuatro siguientes del Ejercito).
Testimonios de quienes impulsaron el cambio
«La motivación fue: «esta universidad no se merece esto, nosotros somos más que eso, tenemos que tener una opinión, tenemos que pensar la universidad, tenemos que defenderla la universidad». Como decía Jorge Millas: «es una universidad vigilada», y nos pusimos rebeldes contra eso».
«Cambiar la realidad que teníamos como país, porque la verdad es que estábamos viviendo un período tan difícil, tan violento, que la motivación era muy grande por cambiar, por sacar a Pinochet».
«Nosotros tenemos las manos limpias, nuestras manos no están con sangre, no somos nosotros los que arrastramos el costo de acciones violentas, sino que al revés: somos las víctimas de esto y tenemos que salir y contarle esto a la ciudadanía en Santiago».
«Cualquiera de los movimientos de esa época, debido a que teníamos un enemigo tan claro y unificador, motivaba a la gente a organizarse. Era difícil mantenerse al margen de una dictadura así».